EL BLOG SE PRESENTA...

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Al cumplir los cuarenta, mi creador comenzó a hacerse las típicas preguntas asociadas a aquella edad: «¿qué he hecho con mi vida hasta ahora?», «¿qué pienso hacer a partir de ahora con ella?». Esas cuestiones fueron el motor de un blog con un carácter más bien “autobiográfico”, una suerte de “registro de recuerdos” que pretendía anotar algunas de sus vivencias personales y su impacto en él. Sin embargo, aquellas primeras páginas se expresaban en función del autoconcepto y el estado de ánimo del autor. Si ambos eran bajos, el estilo de cada publicación traslucía ese sentir.
Con el tiempo, aquel proyecto acabó en vía muerta.
Dos años después, mi autor retomó aquel cuaderno de bitácora para reconstruirlo desde sus cimientos e intentar corregir sus defectos. ¡Y nací yo!
En mis inicios, fui un medio para satisfacer el deseo de compartir vivencias y reflexiones personales, así como textos y vídeos variados que gustaban a mi creador. Este navío quería traer a puerto todas aquellas mercancías que pudieran enriquecer a los que paseasen por sus páginas.
Con el paso del tiempo me he dado cuenta que soy todo eso y algo más. Si, sigo siendo el saco en el que se introducen todas aquellas vivencias, reflexiones, textos y videos que han enriquecido de una u otra manera a mi autor. Pero además, combinando palabras propias y prestadas, me estoy convirtiendo en el relato de un itinerario en el que mi creador describe su transformación. En mi se ha reunido todo aquello que ha formado parte (de alguna manera) de un proceso de ensanchamiento humano y espiritual, un proceso de evolución que aún continúa.

¡Bienvenidos!


domingo, 6 de marzo de 2016

INTERROGACIONES (2ª PARTE)

 
¿Y si continúo con un par de páginas del diario que escribí en el monasterio?
 
 
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26 de marzo de 2010 (Viernes de la quinta semana de Cuaresma).
 
¡Ya estamos en Semana Santa! Bueno, casi, porque el próximo domingo es ya Domingo de Ramos.
 
En la homilía de esta mañana, el sacerdote ha dado una clave interesante: el meollo de la cuaresma consiste en dejarse enseñar, ser dócil a la acción y la enseñanza de Dios. Parece que he venido al desierto de este monasterio en la época precisa, pero ¿qué me queda por aprender? ¿En qué se debe pensar que he de ser dócil? Tengo el presentimiento de que he sido traído aquí con un propósito, pero ¿cuál? ¿Lo he alcanzado o aún queda algo más por ver?
 
El final del camino de esta Cuaresma es la Pascua, que a fin de cuentas es el recuerdo de la historia de un acto liberador. Si lo he hecho bien, el camino cuaresmal me habrá preparado para lo que ha de venir estos días: la liberación. Pero, ¿de qué?, y ¿para qué?
 
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Aún no sé cómo, pero el mismo día que los jóvenes de mi parroquia vinieron al monasterio a hacernos una visita, en el espacio de oración personal después del rezo de vísperas acudió a mi mente la imagen de Cristo ante Pilatos. En el texto del evangelio de Juan este pregunta a Jesús: «¿de dónde vienes tú?». Desde ese día no he dejado de hacerme esa misma pregunta: ¿de dónde vengo yo?, o mejor dicho, ¿quién soy yo? Quizá sea esa la única pregunta que merece la pena hacerse.
 
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En el libro del jesuita Benjamín González Buelta he leído dos fragmentos que han hecho que por un instante deje de hacerme preguntas:
 
Necesitamos hacer la experiencia de Dios, encontrarnos cara a cara con él, para decir, en las múltiples situaciones de nuestro mundo secular, como Jacob en su camino desconocido: «Dios estaba aquí, y yo no lo sabía» (Gn 28, 16)…
 
Benjamín Glez. Buelta, “Ver o perecer”, Sal Terrae, pag. 61.
 
No se trata de que cambie la realidad, sino la manera de mirarla.
 
Benjamín Glez. Buelta, “Ver o perecer”, Sal Terrae, pag. 67.
 
Creo que gasto demasiado tiempo haciéndome demasiadas preguntas: ¿de dónde vengo?... ¿hacia dónde debo dirigirme?... ¿me equivocaré en mi decisión?... De lo que se trata es de mirar la realidad con ojos nuevos. Mirarla para ser capaz de ver.
 
Dios está ahí y aún no me he enterado.
 
 
 

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